viernes, 17 de junio de 2011

Minutos adversos

Son estos malditos días que me recuerdan más a ti,
Son  estos malditos minutos adversos que provocan dolor en mí.
Evado furiosas olas para no tenerte presente otra vez.
Nunca volverás a buscarme, lo sé. 

Llevo el diluvio de un día gris en el que soltaste mi mano,
vive dentro de mi debilitada alma
que ya cansada está por intentar contemplarte.
no fue a propósito este mareo intrínseco de la realidad que estamos viviendo, 
sucede por este período de sol en cuyo cielo
nubes cubren los rayos de luz que mi espléndida frente necesita recibir. 

Fue hace un tiempo atrás, cuando la furia  y el rencor embargaban a todo mi sentir,
indiferente era esta época para mí,
escondiendo la herida delirante, logré convencerme,
sin embargo hoy no puedo seguir escondiéndolo 
pues  la congoja que en mi piel hoy se acomoda,
antes era anestesiada por adjetivos que colmaban la idónea  impotencia de existir.

Hoy, mientras atravieso puentes infinitos sin esperanza,
evito aguardar a tu llegada para que no retornen diminutos retazos de espejos rotos que rozan mi rostro, y lo destrozan, 
desenvolviendo vetustos sueños estropeados que palpitan en la memoria,
y producen algo que brota de la mirada, haciendo que ésta se clave en la ausencia
evocándote durante éstas paulatinas horas floreadas de guerra y gracia, 
me liquido por dentro hasta hacerme bendita agua llena de espinas de rosas amarillas.

Mariposas emprenden vuelvo sobre mi cadáver ya frío de soledad,
aquí convoco a un dios que me abrace, 
un padre de verdad que me conceda amor, ese que ya no existe en este ser infeliz
que dejaste junto a una tumba vana de cuerpo, 
y más vana resultó mi esperanza, pues nunca regresarás 
no por muerte esporádica, sino por no saber amar.


Sophia Miranda

domingo, 5 de junio de 2011

Promesas del alma.

Prometo olvidarte, por mi bien, por mi felicidad.
Prometo borrarte, por las horas que aún me debes, 
y por aquel tiempo que no volverá entre nosotros. 
Prometo sacarte, por la vida que debe seguir 
y que paralizada dejaste. Sin prisa volviste a huir con minutos adversos.
Prometo no seguir tu paso de nuevo, aunque me hayas abandonado, 
aunque hayas soltado mi mano 
en medio del camino; sin entender,
con tantas dudas que vuelven en medio de la temible niebla del alma.
ya entendí que nunca debimos encontrarnos. 


Tu vida ya estaba llena, yo la he vaciado otra vez
pues tu consciencia remeció mi reaparición, pero
prometo salirme de tu camino para que vuelvas a estar tranquilo,
nunca quise hacerte daño, no obstante, sin querer, generé tu mal,
ese que te sigue hasta la eternidad y que hoy me persigue también a mí.
Prometo desplazarte de mi ingenua mente, de mi obstinado corazón,
pero no le pidas a esta memoria obnubilante una permanente omisión,
pues esta amnesia no es duradera como yo creo y como tú quieres creer.


Siento fallarte nuevamente con estos recuerdos que debo desaparecer

pero sé que no podré, perdona, perdona otra vez pues acabo de recordar
la vez que me dijiste que sólo Dios perdona, y que no volviera a pedírtelo.
Lo siento por mí, sin embargo dejaré esta culpa que
 es más fuerte que los arrebatos del mar,
porque he comprendido que la causa no fue mía, 
mucho menos los efectos de tus actos.
He de sacarte para volar,
 por fin, a través del infinito cielo que sostiene 
un brillante sol para mí.

viernes, 3 de junio de 2011

La vergüenza de Rubén.

Rubén otra vez por su ventana contempló la mágica constelación que se mostraba ante sí, allá arriba todo era tan perfecto cada detalle, tan en paz. Cada noche concluía lo mismo antes de dormir, ¿cómo vivo dentro de una diminuta partícula mientras que el cielo oculta sus gigantes y evidentes misterios?  Escribía en su habitación siempre desierta, su compañía continua, la soledad. Durante el día transmitía a discípulos sus dotes musicales, le era cómodo viajar cuadras y cuadras abordando el movimiento de un vehículo. Volvía a casa, de camino compraba una bolsa de veneno, y si se sentía muy triste pasaba por un restaurant de sueños olvidados. Le deleitaba sentarse junto a la ventana, un pasatiempo, mirar a la gente pasar, como una película, veía parejas tomadas de la mano, niños corriendo en el parque de en frente, aves emprendiendo el vuelo, miraba la silla contigua, estaba como siempre, llena de vacío. Nostalgia en el corazón, nostalgia en todo sentir invade a Rubén, otra vez. ¿Por qué estará tan solo, será por un error que cometió en su juventud? ¿Será porque su posible compañía se marchó al no tenerle presente? Siempre tan abstraído, Rubén. ¿Será que el pasado nunca te dejará en paz? Quizás el problema no sea físico, tal vez aquello sólo reside en tu mente. Oh Rubén, no te vayas… Ya te fuiste otra vez.


Sophia Miranda.

Hasta que supe por qué te fuiste

Hasta que supe por qué te fuiste,
hasta que me dieron una explicación de tu misteriosa partida.
Nunca me lo confesaste, y parece que nunca saldrá de tus labios la respuesta,
aquella que me debes y que se aleja con los días.

Parece  que jamás me darás bizarras palabras,
jamás tendrás el valor de darme tus razonables argumentos.
Solo marchaste sordo ante mis señales,
¿cómo no escuchaste mi voz gritando te quiero?
Tu indiferencia tocó fondo.
Solo creíste que era mejor para ti dar la vuelta,
pero no pensaste en mi inmaduro sentir,
no recordaste que mi decir está por debajo de mis pies,
y arriba en mis ojos encuentras mi fuente de conexión,
el Edén de la vida, la transparencia del mar.

Te fuiste porque era más cómodo retirarse de la jugada 
que apostar pues te convenciste de la derrota sin considerar la victoria.
No sabes cómo amaba tu rostro, tan bello, tan sincero, tu mirada...

Sin embargo hoy sufres,  ahora lo sé,
yo ya sufrí,  tú no lo supiste, 
no tienes por qué saberlo, no quiero,
no importa como antes.
Pues antes de quererte ya te había olvidado, 
y solo fuiste una ilusión vacía, 
una vana desilusión pasada. 

Ve, corre a alumbrar otro rincón 
que al mío nuevas lunas lo adornan, 
nuevas luces le dan calor, ese calor que escondiste
y no me mostraste, por un tonto miedo sin justificación.