Todos los ríos desembocan en el mar,
me pregunto por qué el mío
tenía que cruzarse con el tuyo antes de caer en él.
Así como el viento no tiene una forma definida, así eres tú,
tal y como aquel llegaste con temple de infinitud.
Dime ahora qué hago para que no ahondes más adentro,
para que no arrases con todo,
para que no desequilibres esta armonía.
Estuve tanto tiempo cubriéndome bajo una manta de desilusión,
para no verte, para que no me conocieras
y reconocieras si es que te ibas y coicidíamos en otro lugar.
Estuve tanto tiempo furtiva para que no supieras nada sobre mí,
para ser alguien sin importancia en tu vida,
para que no tuvieras motivos para acercarte más.
De cierto modo, era mejor
que tú no tuvieras material para establecer un lazo.
Ahora que te arrimas y no hay vuelta atrás,
por asomarme fuera de mi escudo
para mirarte y contener tu afición
para conmigo,
me has descubierto,
y haz calado en lo profundo de mi incesante memoria,
arrastrándome siempre a tu recuerdo.
¿Qué hago para que no siga quemando más adentro tu calor?
No quiero fallarme, no debo traspasar la barrera que creo
para alejarte cada vez que te acercas sin pudor.
Sé que no debo amarte, y sé que si te amara
no terminaría junto a ti,
si quieres mi felicidad, vete sin mí,
abrázame fuerte y déjame ir.