Si pudiera fingir que ya te fuiste.
Si poseyera el valor de olvidarte,
si dejara de desear que estuvieras aquí.
Te aseguro que no sería feliz.
Es que siempre vuelves a mi mente,
a cada segundo, cada detalle
me recuerda a tu actuar,
a tu sonrisa, a tu sensibilidad.
Si pudiera borrar cada risa,
cada lágrima que derramamos
ahora porque nos hacemos falta,
si tuviera el valor de dejar que tu mano siga en mi mano,
que tu ojo siga mirándome,
que tu mente siga en mi mente...
quizás tú podrías ser feliz.
Pero ambos sabemos que continúa uno dentro del otro,
que ocultamos secretos que no nos confesaremos,
que ninguno tuvo la osadía de decirle al otro que lo amaba,
por temor a sufrir.
Aún llevo conmigo tu perfume en mis manos,
desde que te acaricié por primera vez,
aquel cálido otoño, que ahora es invierno congelado.
Tú debes tener el olor de mi pelo en tu nariz,
desde que contuve mi cabeza en tu hombro
para estabilizarme...ya todo quedó atrás.
Y te arrepentirás de no haberlo aceptado,
y me arrepentiré por no haberlo confesado.
Me dolerá cuando me esté alejando, como lo hago hoy;
asímismo, te dolerá cuando yo ya te haya olvidado.
Sólo hoy cargamos con nostalgia de nuestro amor,
por cobardía, por arrepentimiento, por confusión.
¿qué sé yo? tú emprendes el vuelo y yo te dejo ir,
al menos eso creo, pero cómo me gustaría que fuera así.